Muchas cosas han pasado y hoy
hice el propósito de escribir acerca de esto. En primer lugar debo decir que he
vuelto al Colegio de Fe y Alegría en el
Barrio José Félix Ribas de Petare.
Este lugar ha tenido un
significado especial en mi vocación y debo decir que me gusta vivir aquí. Resulta bastante duro saber
que no todas las personas piensan igual e
incluso hay quien hace campaña contra este colegio y en especial contra la
alianza con Fe y Alegría.
Me parece que en el fondo esta
actitud no es más que la negativa a salir de sus cómodas vidas y una cerrazón a
lo que Dios nos pide en estos momentos, en este país herido y pobre, en esta
Iglesia Latinoamericana que ya nos ha hablado en Medellín y Puebla y sigue
hablando hoy... aunque existan voces que promueven el integrismo y una
involución del Concilio Vaticano II.
En fin, si doy rienda suelta
todas mis quejas esta entrada se va a hacer muy desagradable. Sólo le pido al
Señor que nos de su luz para que veamos el camino y alguna vez hagamos opción
por los pobres como Instituto, yo personalmente trato de hacerla y me gustaría que
alguien me acompañara en este camino para que fuera más fácil.
Un compañero de estudio me
regaló varios libros de Alejandro Moreno:
Según lo leído en el libro “Y
salimos a matar gente” he confeccionado este proverbio, ya que en clase de
Sapiensales nos pidieron que redactáramos uno:
Tres cosas acercan a
un muchacho al infierno y una le empuja dentro:
La calle violenta, la
madre alcahueta, el padre borracho maltratador
Y el que, con fingida
simpatía, pone un arma en su mano…
Habría que leer el libro para
explicar esto… lo más interesante que he leído hasta ahora es que no es la necesidad
o el hambre lo que lleva al muchacho a la delincuencia, sino el caos en la
familia y en la calle, sobre todo la figura del padre violento del que tiene
que huir y en la calle es presa fácil de las bandas…
Las cosas que he ido leyendo en
este estudio sobre del delincuente violento de las zonas populares me han impactado. Al asociar los datos que ofrece con lo que el P. Pedro Trigo expone en su libro “La
Cultura del Barrio” sobre el malandro adolecente, me doy cuenta de la necesidad
de mantener espacios donde le brindemos experiencias significativas a los
muchachos para que tengan algo que les
libre del sin sentido en que caen cuando les ponen el arma en la mano. Algo que
los mantenga humanos.
Cuando miro a los exalumnos que
están en mayor situación de riesgo o escucho que un alumno el curso pasado
participó de un asalto, pues simplemente se me rompe el corazón. Si en algún
lugar yo me he sentido madre y padre ha sido aquí, realmente me duelen en las
entrañas estos muchachos. Wow, ¡soy Asperger y tengo entrañas!… eso es lo que
más agradezco de estar en este colegio, las personas del barrio me ayudan a ser
humana y por tanto me ayudan a ser más de Dios… yo estoy profundamente agradecida con ellos por esto. Cuando estuve enferma de depresión, la capacidad de "echar pa' lante" que demuestran me ayudó a sobreponerme...
Por último, estoy en el último
año de Teología en la universidad, realmente quiero aprovecharlo, va a ser muy difícil porque, además de ser Asperger y tener dificultades para concentrarme, somos menos en la comunidad y hay que arreglar ciertos desastres que dejaron
acumulados sobre todo en la catequesis… voy a estar corriendo a toda máquina. Además
quiero rescatar el Acto de Navidad y el club de GO porque son parte de las
experiencias significativas que considero importante brindar a nuestros muchachos. También sueño con
iniciar un grupo de lectura orante de la Biblia con adultos y me rondan en la cabeza otras iniciativas...
Por lo pronto del grupo de
catequistas han regresado la mayoría, casi todos los que a la vez eran del
grupo de teatro, les hemos propuesto formar un grupo juvenil o hacer un itinerario
de formación, aspiro a que de aquí nazca en el colegio el movimiento seglar…
hay que apostar por ellos y por el Señor…
Por cierto que he comenzado a leer el libro de Pagola: “Jesús, aproximación histórica”, no resulta del todo nuevo porque ha sido la Cristología que he estudiado desde novicia, gracias a Dios que soy latinoamericana y disfruté de los maestros que tuve en el CER y ahora los que tengo en el ITER. El libro está muy recomendado y tengo altas expectativas de que me ayude en mi reflexión teológica y sobre todo en la lectura del evangelio para encontrarme con la persona de Jesús aquí y ahora, en la oración, en el salón de clase, en los pasillos del colegio, en la calle, en el metro… porque el maestro no está encerrado y camina entre nosotros cada día.
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